Después
de leerlo me ha llamado la atención la insistencia del autor en
Creer, por eso, la introducción la voy a hacer en torno a esta
cuestión, a la fe o la necesidad de creer.
Creer o no creer, esa es la cuestión.
Con permiso de Shakespeare utilizo su famosa cita de Hamlet,
aunque adaptada a este poema, para centrar mi comentario en esta
necesidad humana, y es que, sea con connotaciones religiosas o no, el
ser humano también necesita alimentar su espíritu y así lo expresa
Blas de Otero en su poesía, en la que se presenta como un hombre
convencido de mantener viva la esperanza. Como bien dice en las
distitnas estrofas, cree en el SH, cree en la paz y cree en su país,
en su patria.
Ahora
expreso mi opinión. En este caso la centro en la esperanza viva en
circunstacias adversas.
Lo
hemos escuchado mil veces, en casa, en el trabajo, en la
radio...Cualquier ocasión que se preste a esta conversación saca a
relucir el refranero: la esperanza es lo último que se pierde.
No
obstante a pesar de escucharlo mil veces no es fácil llevarlo a
cabo. Esa actitud positiva de manterner la fe en circunstancias
adversas, esa vitalidad cuando te caes muchas veces o esa confianza
cuando has padecido varios desengaños no es fácil.
Si
empatizo con el poeta creo que no podría mantener “este credo”.
¿Qué se puede esperar de un país que lucha entre ellos? ¿de unos
compatriotas que se mataban entre sí?Cuando miras a tu alrededor y
ves “incendiando ríos hondos, caudal humano” es comprensible el
abatimiento, la frustración, la pena y no ese férreo convencimiento
de que todo mejorará.
En
el apartado de ampliación voy a escribir sobre la literatura de
compromiso.
La
guerra civil española, como la de cualquier país, supone un
destrozo en todos los sentidos, pero sobre todo, en el talante
humano. Los hijos de esa guerra, que parirán hijos de la posguerra,
tendrán para siempre en sus retinas el aberrante panorama bélico.
La
literatura se presta a recordar esta realidad. Los escritores dibujan
con versos o prosa sus vivencias para que se conozcan, se recuerden y
se reivindiquen.De esta forma, Blas de Otero recorre en tan solo 15
versos su estado de ánimo en un momento tan delicado como el
descrito anteriormente. Astillazos, trallazos, relámpagos de rabia o
cuchillo nos dan una idea de como puede ser este espíritu.
Conclusión:
quiero que sea corto e impactante. No es fácil, por eso me detengo a
pensar cómo puedo hacerlo.
La
realidad es poliédrica precisamente porque, aunque los hechos sean
unos, la fe mueve montañas y ante la adversidad, o te creces o te
hunde. Yo prefiero crecerme, por eso, al mal tiempo buena cara.
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