Antonio Machado sueña desde un
punto de vista optimista. Sueña con una fuente, una colmena , el sol y Dios.
Todos ellos aportan estados anímicos positivos. ¿Quién no se ha despertado
alguna vez creyendo que lo que ha soñado es real?
No es raro hablar con nuestro entorno y comentar con ellos,
familia, amistades o pareja, lo que hemos soñado. No siempre son sueños
bonitos. Los sueños pueden hacer que nos levantemos sobresaltados por miedo,
por pena, por angustia, o por el contrario, dejarnos tan buen sabor de boca que
al despertarnos pasemos unos minutos "saboreando" esa historia que ha
surgido en nuestro subconsciente.
Sabemos que Antonio arrastró
durante muchos años una honda pena por su desparecida Leonor. Su recuerdo
estará presente en su poesía durante mucho tiempo y su angustiada mirada solo
verá a su esposa, a su amor y , como no, a su muerte. El
sevillano, como cualquier ser humano, pudo tener una crisis de fe, dado que
ante una tragedia de este tipo podemos preguntarnos "dónde está Dios"
o "por qué Dios se la ha llevado tan pronto". Para un cristiano
perder la fe supone perder el rumbo, ya que, sin fe, no hay Dios.
Este poema viene a demostrar
como Antonio Machado supera esta pena y, después, de no encontrar consuelo y,
suponemos, llorarla mucho y no encontrar motivación alguna, volvió a encontrar
a Dios y a su fe. Después de la tormenta
SIEMPRE sale el sol.
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