A continuación vas a poder leer dos textos extraídos de una novela genial de Antonio Muñoz Molina, Plenilunio. Léelos atentamente y contesta a las cuestiones que le siguen a cada uno. Para una corrección en el aula más ágil graba ambas actividades en soporte digital y llévalo el próximo día a clase.
TEXTO I
Estaba el inspector sentado en el sofá y la mujer le había
servido, con hospitalidad incongruente, una cerveza y un platito de aceitunas,
animándole a tomárselas mientras se limpiaba la nariz con un pañuelo de papel,
y luego había puesto el vídeo y sin mediación ni aviso apareció la cara de la
niña, en primer plano, con tirabuzones y una diadema, con un vestido blanco,
con muchas gasas, el mismo que le pusieron después de muerta, pero había
crecido desde que hizo la comunión, un año antes, y se lo habían tenido que
dejar abierto por detrás, igual que habían tenido que maquillarle la cara para
disimular lo más posible las señales, las manchas moradas, para que no se
notase lo que el inspector había visto en el terraplén, bajo los pinos
enfermos, los ojos abiertos y ciegos, vítreos, redondos, tan abiertos como la
boca. Pero la boca estaba taponada por algo, lo que la había asfixiado, un
tejido desgarrado y manchado de sangre que sólo el forense extrajo más tarde,
muy poco a poco, todavía húmedo, denso de babas, de sangre, aunque no de semen, dijo Ferreras, señalando una de las
manchas con la punta del bolígrafo, y el inspector sintió un acceso de asco y
de frío, un principio de náusea que dio paso enseguida a un deseo rabioso de
llorar. Pero le era imposible, se le había olvidado, no había sabido o podido
llorar ni en el entierro de su padre, y tal vez al padre de la niña le ocurría
lo mismo, tenía los ojos secos, secos y rojos, los ojos de quien no ha dormido
y no va a dormir en mucho tiempo, y aunque durmiera no encontraría el descanso,
porque en los sueños volvería a ocurrirle una y otra vez la desaparición de su
hija y el temor y la búsqueda y luego la llamada de teléfono, el timbre de la
puerta, el inspector y un par de guardias de uniforme que se quitaron la gorra
antes de que nadie dijera nada. El hombre no lloró, abrió la boca tensando
mucho la mandíbula inferior y entonces el grito que él no llegaba a emitir lo
dio su mujer, que se había quedado en el pasillo, sin el valor preciso para
acercarse a la puerta cuando sonó el timbre.
- Señala y comenta las propiedades textuales en este texto (Coherencia, cohesión y adecuación)
TEXTO II
De
día y de noche iba por la ciudad buscando una mirada.
Vivía nada más que para esa tarea, aunque
intentara hacer otras cosas o fingiera que las hacía, sólo miraba, espiaba los
ojos de la gente, las caras de los desconocidos, de los camareros de los bares
y los dependientes de las tiendas, las caras y las miradas de los detenidos en
las fichas. El inspector buscaba la mirada de alguien que había visto algo demasiado
monstruoso para ser suavizado o desdibujado por el olvido, unos ojos en los que tenía que
perdurar algún rasgo o alguna consecuencia del crimen, unas pupilas en las que pudiera
descubrirse la culpa sin vacilación, tan sólo escrutándolas,
igual que reconocen los médicos los signos de una enfermedad acercándoles una linterna diminuta. Se lo había
dicho el padre Orduña, "busca sus ojos", y lo había
mirado tan fijo que el inspector se estremeció ligeramente, casi como mucho
tiempo atrás, aquellos ojos pequeños, miopes, fatigados, adivinadores, que lo
reconocieron en cuanto el apareció en la Residencia, tan
instantáneamente como él mismo, el inspector, debería reconocer al individuo a
quien buscaba, o como el padre Orduña había reconocido en él hacía muchos años el desamparo, el rencor,
la vergüenza y el hambre, incluso el odio, su odio constante y secreto al
internado y a todo lo que había en él , y también al mundo exterior.
Sería probablemente la mirada de un desconocido, pero el inspector
estaba seguro de que la identificaría sin vacilación ni error en cuanto sus ojos se cruzaran con
ella, aunque fuese una sola vez, de lejos, desde el otro lado de una acera, tras los
cristales de un bar.
-Aplica las características lingüísticas del texto narrativo, así como los elementos propios de esta tipología textual a este fragmento. (En forma de comentario, no de esquema o guiones)
No hay comentarios:
Publicar un comentario