Para utilizar nuestra lengua de forma diferente a como lo hacemos en
nuestro día a día nos servimos de figuras literarias que convierten
un texto normal en un texto literario.
La
metáfora consiste en designar a una realidad con otro nombre
diferente. El nuevo nombre que le ponemos tiene relación con esta
realidad.
Un
ejército de soldados amarillos vigilaba mi exquisita
hamburguesa.
La
cubría una fresquita sábana
verde.
Asomaba
un largo telescopio de color rojo.
Por
otro lado, la personificación consigue que una realidad inerte tenga
acciones o cualidades humanas.
Las
montañas llevaban un capirote blanco que se quitarían en
primavera.
El
símil es una comparación. Cuando dos realidades se parecen en algo
las comparo. Suelen llevar la palabra “como”.
Siempre
estaba riéndose. Marta era alegre como la feria de mi
pueblo.
Todos los
cabellos se habían dado un intenso abrazo hasta formar una larga
tranza vestida con flores que descansaba en su hombro
Querido Ahmed. Lo poquito que aprendí de árabe cayó en el olvido. En castellano mejor. Un fuerte abrazo.
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